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jueves, 25 de noviembre de 2010

El Burro de la Plaza de Arapuey

Hoy mientras desempolvo mis cosas, reacomodo y me reinstalo, luego de una días de haber regresado, quise teclear un poco y contarles algo divertido, así que... Aquí estoy de nuevo en mi bitácora personal.

Quería contarles un poco de mi viaje a mi bello pueblo natal y mi tierra, en el mes de agosto de este año, aunque en estos momentos este a kilómetros de distancia, mi corazón sigue allá. Es una anécdota sobre Arapuey.

No tengo certeza histórica del hecho, pero la fuente para mi es suficiente, así que les voy a relatar algo que quizás sea más un mito, que una verdad, pero siendo objeto directo del narrador, mi querido tío Eugenio Moreno, y aunque mi Mama que también lo escucho no la convencieron mucho sus argumentos, yo pues…fiel a mi clan, no podía más que darle los méritos posibles y dejar por sentado que el hecho fue una verdad irrefutable.

Es la historia del burrito sabanero del terreno dejado para la construcción de la, hoy, bella Plaza Bolívar de nuestro pueblito andino.


Afortunadamente en esta oportunidad tuve la dicha de pasar mucho más tiempo en mi terruño y de compartir más con mis seres queridos y familiares, entre estos, uno con quien tenía años sin conversar y compartir, y que ha sido referencia de humildad y sencillez, y por supuesto digno representante del buen humor característico de los Moreno, mi familia por la rama genealógica de mi madre, no es más que mi simpático y siempre elocuente Tío Eugenio Moreno, con quien tuve la suerte de compartir en una media mañana de un jueves de sol radiante pero de relativo frescor en el patio de su casa, bajo una planta pequeña de muchas hojas que dejaba colar una briza suave con olor a pasto verde de los potreros que la circundaban.
Ya antes había pospuesto su visita en varias ocasiones, no sólo en este viaje, sino en muchas oportunidades que había ido al pueblo, pero con más premura y menos tiempo para disponer.
Por fin a media mañana, salimos de la casa rumbo a la Pereza, el primer lugar que se consigue en la vía a Palmira de Mérida, me lleve la cámara de mi hermana para probarla con las fotos, el día anterior había probado su función HD para capturar videos, y logre un video de la plaza del pueblo que quedará para la posteridad, muy bueno, así que desde la salida del pueblo comencé a documentar la visita con el milagro de la fotografía,saliendo del pueblo y llegando a la Pereza.

Llegamos a la entrada de la Flor, la finca de mi Tío, una modesta entrada, sin ningún aviso, sin pompas, ni platillos, una carretera sin asfaltar, como casi siempre estuvo desde que tengo uso de razón, bueno si hubo un cambio ahora que recuerdo, pero hace ya tanto tiempo que hasta lo había olvidado, si, recuerdo que la entrada a la finca era por un lado del puente del cañito de la pereza, pero luego de muchos años, por razones que desconozco, pero supongo, la cambiaron y la colocaron un poco más adelante.
Me baje del auto de mi madre, y comencé a caminar hacía la finca y mientras miraba los potreros, seguía fotografiando el lugar, esos potreros estaban escandalosamente verdes y bien sembrados de pastizales debidamente cuidados presumo que, con la complicidad y ayuda del tardío invierno tropical. Su ganado cebú a los alrededores y un gran padrote pardo que me hizo regresar y meterme nuevamente al auto, le tengo respeto a estos animales y mientras se pueda evitar a una bestia de unos 500 kilos mejor. Por fin llegamos a su casita tan modesta o más que la entrada a la finca, ahora lo entiendo perfectamente, no es el estuche lo que importa, sino la esencia, como dice él, siempre fuimos y somos campesinos, no terratenientes y mucho menos pretenciosos.
Luego del recibimiento y de las cortesías respectivas, nos sentamos a conversar.

El dialogo dio en sus tempranos inicios,preludios de la situación económica del país, de lo mal que están las cosas por las expropiaciones y el irrespeto al sagrado derecho de la propiedad, notando su preocupación, por lo que le paso al productor agropecuario Franklin Brito, quien estuvo de huelga reclamando sus derechos legítimos, pero que el régimen obvio y para muchos hasta cercenó, dejándole morir en su absurda pero entendible empresa y lucha por recuperar lo que legalmente le correspondía. Luego de pasearnos un poco por esas problemáticas y de hablar también de las enormes pérdidas económicas que han acarreado los miles y miles de alimentos podridos y medicinas vencidas en centenares de contenedores en distintas partes de la nación, pasamos a recordar algo del pasado, y se hizo presente sin darnos cuenta el tema de la fundación de Arapuey, anécdotas iban y venían, hasta que hice un comentario en relación a la Plaza del pueblo, le decíaa mi Tío, que me habían prestado una fotografía de la Plaza, cuando todavía ni se le podía llamar así, dado que no existía para entonces, le decía “Tío… Es increíble lo bien conservada que esta la foto” y que gracias a la tecnología la había restaurado un poco y ahora se podía incluso ver quiénes eran los personajes que estaban en ese instante de tiempo detenido, fue entonces que surgió el tema de la construcción de la plaza, de cómo fue que se construyó y más o menos cuando fue que ocurrió ese suceso que marco la vida de muchos arapueyenses y sobre todo de aquellos que vivimos a sus alrededores.
Fue entonces cuando mi Tío Eugenio comenzó a narrar una historia bastante peculiar de nuestra plaza, señalaba, que mucho antes de su construcción, en medio del escaso urbanismo de Arapuey, y de que las entonces autoridades del pueblo, dejaran esa cuadra (manzana) para la construcción de la plaza, la Iglesia del pueblo que para aquel tiempo era una edificación vieja y maltrecha de madera y techo de zinc, la construcción de la prefectura civil, entre otros.
Me decía,“Douglas, la construcción paso mucho tiempo en proyecto, y fue sólo después de muchos años que se construyó oficialmente”, hasta entonces esa cuadra servía para el encuentro de muchos campesinos con los transportistas del pueblo y sus alrededores, quienes le compraban los productos agrícolas que posteriormente eran llevados hasta los más importantes centros urbanos del país.
Ese sitio se llenaba de bestias de cargas y camiones de varias dimensiones, los campesinos llegaban con sus cargamentos, amarraban sus animales: Burros (Asnos), Mulas, Machos, Caballos, Yeguas y algunos Bueyes que eran para aquellas época, los vehículos que se utilizaban y que en muchas partes de los Andes aún sirven como medio para transportar los productos, frutos del cultivo y la siembra: Hortalizas, Plátanos, Cambures, Yucas, Cacao, Café, entre otros.
Esa dinámica perduró por mucho tiempo, hasta la construcción de la primera Plaza Bolívar del pueblo.
Era un gran mercado de transacciones comerciales entre los agricultores, los comerciantes, intermediarios, transportistas, mayoristas del negocio agropecuario, entre otros.
Yo, seguía su historia con gran atención, era lo que había estado esperando por mucho tiempo, anécdotas, cuentos e historias de nuestro pueblito, el seguía describiendo su cuento con gran alegría, y creo que su entusiasmo obedecía al gran interés que le demostraba con mis preguntas e intervencionesy por mi evidente deleitede escuchar tan bella anécdota.
Continuaba describiendo a la plaza, y yo con mi imaginación volando y trasladando sus palabras a lo que mis ojos vieron la noche anterior en aquella fotografía, un terreno lleno de pasto, por donde marchaba una procesión de nuestro patrono San Isidro Labrador, el santo del campo y la agricultura, él que quita el agua y pone el sol.San Isidro Labrador.
Me dijo: “habiéndote dicho esto Douglas, te voy a contar lo que paso por un tiempo en el terreno de la Plaza Bolívar de Arapuey”. Me dijo:…
Una tarde entristeciday oscura por el mal tiempo, llego a todo galope un burro (Asno) al terreno, sin cabuyas, ni montura,agitado y rebuznando a todo pulmón, instalándose en el lugar, todas las personas del pueblo nos preguntábamos ¿De quién será ese animal, que llego y comenzó a comer del pastizal del terreno de la Plaza? Nadie decía nada, y nadie se atribuía la propiedad de aquella bestia como parte de sus rebaños, más de uno quiso quedarse con el animal y cuando lo trataban de amarrar, el animal se iba rápidamente del lugar a todo galope y cuando lo lograban amarrar el animal, rompía sus amarras tantas veces trataron, e igualmente siempre se iba y regresaba a comer del pasto de la plaza, dejando entre dicho a sus supuestos dueños, llego el momento que la gente se acostumbró a verlo allí, hasta el punto de asociarle con el terreno como legitimo dueño.
Yo pregunte, pero… Tío nadie se lo llevaba de allí, él me contestó: “no, nunca pudieron con el animal, era una bestia muy fuerte y cerrera, y había gente que hasta miedo le tenía”, aquel animal se había adueñado del lugar, no había manera de sacarlo de allí, todas las autoridades del pueblo estaban incomodas con aquel burrito sabanero en medio de aquel terreno casi baldío, asentó: “luego vino lo gracioso del cuento Douglas, escucha…”.
En los días de comercio en el terreno, desde el momento en el que los campesinos llegaban con sus bestias y las amarraban en el terreno en espera de los transportistas, era cuando el burro de la Plaza de Arapuey comenzaba a hacer de las suyas…
Atacaba a los otros burros formando gran algarabía y su lucha era para quedarse con las burritas que estaban en celo, montándolas ahí mismo, en medio del escenario público, provocando gran indignación en las personas que tenían que presenciar, tan dantesco espectáculo, mujeres, hombres, viejos, jóvenes y hasta niños se quedaban atónitos, ante el hechocuasi pornográfico que presenciaban,y en vivo, los dueños de las bestias enojados, lo golpeaban para que se fuera del lugar, pero el burro no se detenía, iba con todo su cargamento de fuerza, testosterona y equipamiento sexual, que sabemos muy bien le dio la naturaleza en desproporción y que de cierta manera es característico en estos animales y que denota su sobrenombre más conocido aquí en nuestra patria, Burro, las señoras pasmadas se tapaban la cara dejando colar una mirada disimulada entre sus dedos, los niños se escondían traviesamente para observar al burro copulándose a cuanta burrita, mula o yegua se le atravesara, los hombres se reían y hasta hacían apuestas. La indignación siguió creciendo, pero las autoridades nunca tomaron cartas en el asunto, pues dicen… que en cosas de burros es mejor no meterse.
Por mucho tiempo ese show siguió en cartelera semana a semana.
Pero el tiempo es inclemente y la virilidad, y fuerza no podían ser para siempre, los años pasaron y los burros más jóvenes, comenzaron a desplazarlo, aunque peleaba todavía por sus derechos a seguir con el espectáculo, los jóvenes burros le ganaban, así que con el trascurrir de la vida, no le quedo más que ver a los demás hacer lo propio desde la barrera, sin embargo, el burrito sabanero continuaba en el terreno… luchando por sus derechos adquiridos.
El tiempo seguía pasando hasta que un día, llego al pueblo un espectáculo sin igual, era un desfile de payasos, malabaristas, grandes animales y hasta un salvaje, un tarzan particular, es lo que supongo, mi Tío solo decía que era una bestia casi gigante de grandes uñas, y con mucho pelaje, según él, que una vez se acercó mucho a su jaula y que el Salvaje lo había aruñado por un brazo, no lo puedo imaginar de otra manera.
Si, era el Gran Circo que había llegado al pueblo, montando su gran carpa en un terreno contiguo al de la Plaza, muy cerca de la Iglesia.
Por fin, un espectáculo digno… algo distinto, a lo que ya estaban acostumbrados.
El circo comenzó sus espectáculos, la gente estaba maravillada y todos querían ir, trascurrieron los días y la carpa se llenaba todas las noches, nunca antes habían visto animales salvajes, el circo trajo novedad, mientras el viejo burrito de la plaza dejo de ser noticia, pues todos los niños pasaban el día mirando los animales del circo en sus jaulas, resaltandosobre todos ellos, una tigra muy feroz que se movía con gran inquietud, como desesperada por salir de su cautiverio, provocando gran admiración en las personas que visitaban la carpa,
Los días siguieron transcurriendo, hasta que un día el Circo anunció su despedida en un último día de presentación.
La dinámica del terreno de la Plaza seguía su curso normal, hasta el día que el circo recogió sus toldos, me dice mi Tío que no saben cómo paso, pero por accidente la Tigra se libero causando gran algarabía y confusión. La Tigresa embravecida entro en el terreno de la Plaza, y los hombres del circo corriendo tras de ella para volverla apresar, no obstante, no pudieron evitar, que aquella feroz fiera, se encontrara frente a frente con el burrito de la Plaza, ya viejo y mal trecho por sus constantes peleas y fue tal, el susto de aquel pobre animal, que arranco a correr por su vida, y la tigresa detrás queriendo hacer de él, su más suculento bocado.
Aquel día, fue el último día de aquel burrito sabanero en el terreno de la plaza y también el de su tiempo de vida, pues aunque la tigra no se lo pudo comer, cuentan que fue tal su espanto al toparse con aquella temible felina, que se desboco a todo galope, tomando la Carretera Nacional Panamericana en dirección al estado Trujillo, lastimosamente llegando al Rio Poco, la pobre bestia se topó de frente con un camión tipo tráiler, (una gandola, como los llaman allá) que no pudo eludir siendo atropellado de muerte, y ahí falleció.
Finalmente después de varios días el burrito de la Plaza de Arapuey volvió a ser noticia, dejando con tantas incógnitas a los que por años le vieron pastar en aquel terreno.
Tanto, que muchos fueron a constatar la noticia a su mismo lecho de muerte, pues no podían creer que aquel animal, ya nunca más estaría en el terreno.
Todos en el pueblo comentaban su deceso, algunos hasta lloraron su partida, mientras que otros se alegraron, porque ya no iban a ver nunca más a aquel cerrero animal adornando el terreno, que mucho después llego a ser la Plaza que hoy conocemos.
Así cerró la historia mi Tío. Me dijo… “Douglas, después de unos años, durante la Democracia hizo se la Obra. Arapuey ya tenía su Plaza. La Plaza Bolívar del pueblo y esta historia que te acabo de relatar, quedo en el olvido, hasta hoy que tuvimos el buen tino de recordarla”.
Yo tenía mucho tiempo que no me sentaba a escuchar a mi Tío Eugenio Moreno, pero ese día lo disfrute como nunca, lástima que el tiempo fue muy breve. Pero este mes que viene regreso con el favor de Dios a mi querido Arapuey y voy hacer todo lo posible por regresar a la Flor, no sólo para guardar en mis memorias las bellezas de mi tierra, sino para sentarme a escuchar a mi Tío, pues quedaron pendientes, muchos cuentos más, que solo repasamos con inmediatez, pero que me dejaron muy intrigado, sobre todo del viejo Arapuey y sus primeros pobladores, entre estos, mi familia y por supuesto, con mucho afán de querer compartirlos con ustedes queridos amigos. Hasta una próxima entrega.

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