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martes, 20 de julio de 2010

HORA DE CAMBIAR


A continuación, les presento un post que más que un articulado viene a ser un mensaje para todos los venezolanos sin excepción. Lo recibí ya hace unos meses atrás, encartado en la prensa que religiosamente leo todos los domingos, no obstante, en el momento a pesar de entender su relevancia preferí esperar a que los hechos hablaran primero para después hacerle eco a través de este medio, me parece algo importante, y creo es mi deber como luchador social y defensor de los valores democráticos, hacerme vocero de su contenido, creo fervientemente en que si… podemos cambiar para mejorar, por todo lo que he dicho en mis posts pasados y especialmente por el decálogo que precede esta publicación, prefacio de esta necesidad, les comunico el consenso que centenares de hombres de buena voluntad quieren suscribir para construir el futuro de una Venezuela incluyente, y que fue redactado de la mano de nuestros profesionales, políticos, intelectuales, científicos y estadistas más destacados. Publicado por la ONG: Iniciativa Democrática, quienes en mi opinión, hicieron un maravilloso trabajo con esa publicación, pero que sabemos la gran mayoría desconoce, dado que sólo llego en su oportunidad a los lectores del diario donde se incluyo, por lo tanto, les invito hacer referencia para que otros los puedan leer y compartir, pasemos la voz, es el deber de todos los venezolanos que queremos vivir en paz y con el bienestar que nos merecemos, porque estoy seguro que ya Llego la…


HORA DE CAMBIAR


Hacia una democracia que nos una a todos


El destino de Venezuela, como futuro en el que todos podamos convivir, está seriamente en riesgo. Por eso, ningún esfuerzo debe dejar de intentarse para construir un proyecto que nos comprometa a todos porque todos nos veamos realizados en él, que nos permita edificar el mañana al cual tenemos derecho, y que supere el odio y la exclusión para abrir paso a otro tiempo por vivir. Inspirados en la visión de una democracia comprometida con el desarrollo y la equidad, un grupo de venezolanos hacemos un llamado a toda la sociedad, a los partidos políticos y a las organizaciones sociales, para que tras­cendamos las diferencias construyendo un gran acuerdo nacional que dé un horizonte mayor y más valioso a las luchas por la democracia y la justicia social. Nos plantea­mos sumar nuestro esfuerzo al de todos los hombres y mujeres de nuestro país y en especial al de los jóvenes que han despertado a sus ilimitadas potencialidades, para fundar un consenso que marque el rumbo alternativo del país que queremos y en el cual inscribamos las luchas por venir.

Cambiar el camino que lleva Venezuela es la gran tarea.


El camino tiene que cambiar


Los venezolanos queremos vivir en un país libre y justo. Un país a la medida de nuestra Consti­tución que instituye un "Estado democrático y social de Derecho y de Justicia", que propugna como valores superiores "la preeminencia de los derechos humanos, la ética y el pluralismo po­lítico", cuyos fines esenciales incluyen la defensa y el desarrollo de la persona y el respeto a su dignidad, la promoción de la prosperidad y el bienestar del pueblo. Un país cuyo gobierno sea efectivamente "democrático, participativo, electivo, descentralizado, alternativo, responsable, pluralista y de mandatos revocables". Pero en la actualidad, Venezuela no solo se encuentra distante de estas condiciones, sino que cada día se aleja más de ellas en medio de un proceso marcado por la destrucción de las oportu­nidades de prosperidad y de paz, la limitación de los derechos políticos de los ciudadanos, la militarización creciente y el secuestro de los poderes públicos, la corrupción y la siembra sistemá­tica de odios, que ponen en peligro la viabilidad misma de nuestro país como nación incluyente y plural en la que todos podamos realizarnos.

Por todo eso, el camino que lleva Venezuela tiene que cambiar. Tenemos que hacer viable que todos los venezolanos podamos construir en paz nuestro propio futuro, que accedamos a una mejor calidad de vida e influyamos en las decisiones que marcan el rumbo de nuestra sociedad, creando así la esperanza donde por años la exclusión ha acumulado frustraciones. Además, de­bemos proscribir todo secuestro del poder de decisión del pueblo y toda práctica que implique corrupción o falta de transparencia en la gestión de los asuntos del Estado. Venezuela será lo que los venezolanos hagamos de ella a través del cambio de rumbo que no­sotros mismos decidamos. Los resultados dependerán de los valores que inspiren el proceso y de la generosidad que lo aliente; de las normas, instituciones y políticas que consolidemos para que rijan su curso; y de la capacidad que los ciudadanos mismos nos demos para influir efectivamente en él.

Es hora de cambiar.


Una democracia comprometida con el desarrollo y la equidad en un marco de libertades.

Las naciones que han tenido éxito en dar a sus pueblos bienestar y equidad, lo han hecho respe­tando los derechos humanos y el ejercicio de las libertades. Pero han ido más allá del disfrute de las libertades políticas individuales, persiguiendo de manera consciente el desarrollo, es decir, la realización de las aspiraciones sociales, económicas y políticas de los individuos en sociedad, a través del pleno ejercicio de la libertad. Y para ello han construido y fortalecido instituciones y reglas que equilibran y norman el juego de las fuerzas sociales, sirviendo de soporte a los cam­bios necesarios.

Construyendo una democracia fundamentada en los valores de nuestra Constitución, que asu­ma el desarrollo como fuente de equidad en un marco de libertades, que actúe como catalizador positivo del cambio, podremos salir del perverso curso actual que llevamos. Para ello, esa de­mocracia debe perseguir la realización y el bienestar de las mayorías, de los excluidos, de los pobres; debe garantizar seguridad jurídica, acatamiento del Estado de Derecho y respeto a la dignidad de las personas; y debe fomentar una cultura para la libertad de pensamiento, el diálo­go, la solidaridad y la construcción del imaginario de una sociedad igualitaria y humana.

Esa democracia debe comprometerse con la atención directa a la población de bajos recursos; asegurar el empleo digno; proveer una educación pública que eleve la calidad y garantice el acceso a una formación de excelencia para todos; generalizarla seguridad social y elevarla efica­cia y cobertura nacional de los servicios de salud; y debe profundizar la descentralización, inclu­yendo el fortalecimiento de las organizaciones locales y comunitarias y el fomento activo de las redes de organización popular de fines sociales y económicos.

Y para lograr todo esto, la democracia que consolidemos debe apoyarse en múltiples partidos que representen las aspiraciones y las formas de pensar de todos los venezolanos, los cuales se fortalezcan para ser capaces de ejercer el liderazgo de toda la sociedad en la búsqueda del desarrollo, la equidad y la libertad. En fin, un sistema de partidos democráticos a quienes debe exigirse compromiso con la ética en la política y en la gestión pública, y con un ejercicio realmen­te participativo de los ciudadanos, que destierre el populismo y toda otra clase de manipulación de la voluntad popular.

Con una democracia así podremos responder al drama de la pobreza, proscribir el odio y la corrupción, y desterrar las amenazas contra la vida, las libertades públicas y los bienes de la gente,… Podremos abrir un futuro de esperanza para las nuevas generaciones, y edificar una sola Venezuela socialmente justa y políticamente plural, que erradique realmente la pobreza, que retome la senda del desarrollo que extravió hace años, y que nos incluya a todos.

Los objetivos, principios, reglas y políticas de una democracia que nos una

Una democracia que nos una debe comprometerse con la realización plena de los objetivos de la Constitución de Venezuela, ofreciendo el camino de lo posible. En función de ello, sus iniciativas deben cimentarse en consensos, porque el cambio de rumbo del país no puede ser decretado, ni mucho menos impuesto por unos sectores sobre los otros; y deben apoyarse en un sistema de instituciones y políticas que contribuyan a maximizar su viabilidad.

Un proyecto de país que nos pertenezca a todos debe perseguir dos objetivos, el primero de los cuales es el desarrollo con equidad, y el segundo una institucionalidad que haga posible al pri­mero en un ambiente de libertad y democracia. Requiere además un marco de principios éticos para la acción y un conjunto de reglas y políticas que se empleen como instrumentos para resolver en sus raíces la crisis que vive el país y construir una Venezuela próspera, justa e incluyente.

El primer objetivo es el desarrollo con equidad, que implica erradicarla pobreza y cualquier otra fuente de exclusión.

Este objetivo debe tener prioridad efectiva en las políticas públicas, más allá del discurso, y ser atendido simultáneamente con acciones que auxilien a los más vulnerables, integradas a solu­ciones estructurales que apoyen el emprendimiento de todos los actores sociales y conduzcan a un desarrollo humano sostenible. Solo así será posible producir progreso con justicia social y participación, desterrando el perverso mecanismo del populismo, que no resuelve los proble­mas del pueblo y le secuestra su derecho a participar realmente en las decisiones que lo afectan. La democracia debe pues, establecer reglas, políticas públicas claras, y mecanismos de segui­miento que aseguren el progreso de cuatro procesos virtuosos que son consustanciales al obje­tivo del desarrollo con equidad:

·         Una instrumentación directa y eficaz de la atención a los más vulnerables, que respete su dig­nidad sin que facción alguna pueda manipularlos o exigirles sumisión a cambio; y un apoyo al emprendimiento y la organización de las propias comunidades, que haga factibles sus inicia­tivas económicas y sociales, promoviendo la participación efectiva de sus miembros en las decisiones que los afectan;
·         Un amplio proceso de inversión privada y de iniciativas de emprendedores en toda la economía, y de participación de la población organizada en circuitos de la economía social, que den impulso a la producción, la creación de empleos y la cobertura de las necesidades de la sociedad;
·         La reinversión creciente de la renta derivada del recurso petrolero, que por ser nuestro mayor activo material debe convertirse en capital que apalanque el progreso y el bienestar de todos, en ésta generación y en las generaciones venideras; y
·         Un esfuerzo por modificar las estrategias de inserción en la economía mundial y por desarro­llar relaciones económicas internacionales estables, basadas en la autodeterminación, la cooperación y el interés mutuo de los países, conducentes a reducirla dependencia del petróleo y a crecer sobre una base diversificada que genere más puestos de trabajo estables en condi­ciones de empleo digno.

El segundo objetivo es construir y fortalecer unas instituciones que garanticen el desarrollo y la justicia social en un ambiente de libertad y democracia.

La democracia debe garantizar a todos los ciudadanos seguridad para sí mismos y sus familias, y un marco de reglas dentro del cual todos puedan efectivamente disfrutar de sus derechos, em­pezando por el derecho a participar en la política y vivir bajo el imperio de la Constitución. En fin, es preciso que las instituciones del Estado garanticen los derechos sociales, políticos y econó­micos, como requisito para la viabilidad de Venezuela como sociedad.

·         En términos políticos y sociales este objetivo implica, entre otras cosas, asegurarla autonomía y el equilibrio de los poderes públicos; restaurarla subordinación del poder militar al poder civil; implantar reglas y mecanismos efectivos para erradicar la corrupción; Profundizar el proceso de descentralización del país para garantizar el ejercicio de la participación y del gobierno democrático; y fortalecer un sistema de partidos políticos que represente las diversas visiones y tendencias, comprometidos con lo anterior y obligados a dar cuenta de sus actuaciones.
·         En términos de las instituciones y derechos económicos, proporcionar esa garantía pasa por una lucha sistemática, efectiva e inteligente contra la pobreza. Esto nos debe comprometer a un diálogo social permanente para generar condiciones de empleo digno y garantizar la segu­ridad social a las mayorías. Así mismo, nos obliga a fortalecer y defender las organizaciones de las comunidades, a facilitar los emprendimientos de todos los ciudadanos y a garantizar a todos ellos, sin excepción ni privilegios, el derecho a acceder a la propiedad privada y a todas las formas de propiedad que prevé la Constitución, para usarlas como instrumento de su su­peración material y de la realización de toda la sociedad.
·         Finalmente, lograr el segundo objetivo implica que la democracia restituya y garantice la independencia, la iniciativa y la responsabilidad de los órganos del Estado encargados de defender los derechos de los ciudadanos y de supervisar la ética y la eficacia en la gestión pública, la probidad de los gobernantes y la legitimidad de los actos de estos por su apego a la constitución y las leyes.

La sociedad civil, es decir el pueblo en general, valorará más a las instituciones si la democra­cia le provee vías a través de las cuales pueda ejercer sus derechos, expresar sus demandas y participar efectivamente como protagonista del diseño y la ejecución de las políticas públicas que le atañen, así como escrutar y exigir cuenta de la eficacia de la democracia en sus logros de desarrollo con equidad.

El marco ético de principios y el sistema de reglas

Fundamento de la democracia que debemos edificar, el marco ético de principios debe normar la acción pública y privada en la búsqueda de los objetivos del desarrollo con equidad y de la construcción de instituciones. Los principios están sustentados en valores compartidos por todos, que no pueden ser instrumentalizados por unos en detrimento de las aspiraciones de los demás:

·         El primer grupo de principios para la acción incluye el respeto por los derechos humanos; la garantía de la igualdad de todos los ciudadanos ante la ley; el reconocimiento de la diversidad de las ideas; y la representación de las minorías, todo ello para asegurar una participación política amplia y plural que garantice el equilibrio de las decisiones que se tomen;
·         El segundo grupo establece el fomento activo de una cultura para la vida, el desarrollo con equidad y la democracia, que contribuya permanentemente a la construcción del imaginario de una sociedad cada vez más igualitaria y humana. En fin, una cultura que supere las ideolo­gías del rentismo y el paternalismo del Estado, apoyándose en una educación que cultive en todos los ciudadanos valores y criterios éticos fundamentados en los derechos humanos, la honestidad y el esfuerzo creador de los individuos y las comunidades; la cooperación, la soli­daridad, la equidad y la cohesión social; y el ejercicio de las libertades en la democracia.
·         El tercero plantea la solidaridad social, expresada en compromisos conscientes y efectivos para resolver las desigualdades, superarla pobreza y la exclusión social, y en la aceptación por todos de un marco de políticas públicas destinadas a alcanzar esos logros; y
·         El último grupo de principios se refiere a la humanización de las relaciones económicas den­tro de la sociedad y al impulso a una economía de mercado que contribuya efectivamente a superarla pobreza y a mejorar el bienestar económico, la equidad y la sostenibilidad ambien­tal. Para ello es indispensable enmarcar esa economía en una institucionalidad que propicie en todos los actores el emprendimiento y su contribución al bien común, que asegure el respeto a la dignidad de la persona humana y que garantice el apego a los valores que son esen­ciales a éstos fines: la responsabilidad, la transparencia, la honradez y el respeto de la Ley; la búsqueda de la justicia y la solidaridad.

El sistema de reglas de la democracia que debemos edificar debe dar forma jurídica concreta a los objetivos y al marco de principios para la acción antes mencionados, asegurando su cum­plimiento a través de un régimen legal que proteja y haga respetar los derechos fundamentales de todos los individuos, que garantice la ética y la probidad en la gestión pública, que propicie la acción creadora de las personas y comunidades favoreciendo la cohesión, y que reduzca la polarización y el recurso al conflicto promoviendo la solidaridad, la corresponsabilidad y la ne­gociación social.

Los políticas públicas fundamentales de la Democracia

El conjunto de las políticas públicas debe ser una base del consenso para construir el futuro, que dé concreción, en términos de estímulos, acciones de fomento y apoyos de diversos tipos, a la creación de oportunidades reales de superación para todos y el auxilio a los grupos sociales más vulnerables; el fortalecimiento de los procesos de descentralización y de participación; la corrección de las deformaciones de nuestra economía; y la construcción de una cultura para el desarrollo, la equidad y la pluralidad.

Entre las políticas públicas enfocadas en propósitos sociales, políticos y culturales destacan las dirigidas a:

·         Aliviar la pobreza, dar atención directa a la población de bajos recursos y fomentar y defender las redes populares de organización social y económica, elevando la eficacia y asegurando la permanencia en el tiempo de los programas gubernamentales de asistencia a las comunida­des pobres que lo ameriten;
·         Generalizar condiciones de Trabajo Decente comprometiéndose con cuatro objetivos estraté­gicos en las políticas laborales: los derechos fundamentales en el trabajo; la calidad del em­pleo, la protección social y el diálogo social;
·         Promover un funcionamiento integrado de los distintos niveles de la educación pública que eleve la calidad y garantice la igualdad de oportunidades de acceso a una educación de excelencia para todos;
·         Generalizar la seguridad social y elevar la eficacia y la cobertura nacional de los servicios públicos de salud;
·         Profundizar la descentralización política, incluyendo el fortalecimiento de las organizaciones locales y comunitarias; y
·         Promover la cultura como un espacio fundamental para la crítica, la libertad de pensamien­to, el encuentro y el diálogo; y fomentarla creación cultural y el arte que hablen y discutan lo social y lo público.

Entre las políticas públicas de propósitos fundamentalmente económicos, sobre las cuales basar el consenso, se cuentan:

·         Abatir la inflación y asegurar el saneamiento estructural de las finanzas públicas;
·         Capitalizar la renta petrolera de manera creciente y hacer que el sector de los hidrocarburos contribuya a crear encadenamientos productivos y desarrollo tecnológico en el resto de la economía;
·         Impulsar activamente el desarrollo de capacidades modernas y diversificadas en la economía productiva y el comercio internacional;
·         Apoyar a las iniciativas de emprendedores sociales y las redes de la economía social y solidaria; y
·         Fomentar el desarrollo de capacidades propias de ciencia y tecnología y la consolidación de sistemas de innovación asociados a los sectores productivos.

Consenso para construir el futuro de una Venezuela incluyente

Para que la democracia que debemos edificar constituya efectivamente el camino de lo posible, es necesario que todos los partidos políticos y las organizaciones sociales del país, que mujeres y hombres, trabajadores y empresarios, estudiantes, maestros, políticos, en fin, todos los actores sociales, se sientan motivados a aportar su impulso creador, su esfuerzo producti­vo y su capital, sus mejores conocimientos y su tolerancia, para producir más riqueza y equidad, para construir un país unido en la cultura de la ética y la solidaridad, y para encontrar un cami­no de convivencia en paz. Para contribuir a ello hacemos un llamado a toda la sociedad venezo­lana para que sumemos nuestros esfuerzos en la promoción de un consenso para construir el futuro alrededor de estas ideas, apoyados en el impulso renovador y en la esperanza de los jó­venes de nuestro país, que dé base a compromisos firmes de las fuerzas democráticas, para su­perar la crisis edificando una sola Venezuela próspera, plural, socialmente justa, que nos inclu­ya a todos.

...Es hora de cambiar, para que la luz de la libertad y la justicia comience a alumbrar el futuro de Venezuela

Caracas, 2010.

INICIATIVA DEMOCRÁTICA



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